II Jornadas Recreación Guerra Civil en Singra (Teruel)
6 de septiembre de 2025
Recordando a Bécquer en el Monasterio de Veruela
Gustavo Adolfo Bécquer en una de sus Cartas desde mi celda, titulada La Virgen de Veruela, recoge la leyenda del origen del Monasterio de Veruela, en una de cuyas celdas la escribió.
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Monasterio de Veruela |
Bécquer nos sitúa en el lugar y en el tiempo de esta manera: «En el valle de Veruela, y como a una media hora de distancia de su famoso monasterio, hay, al fin de una larga alameda de chopos que se extiende por la falda del monte, un grueso pilar de argamasa y ladrillo. En la mitad más alta de este pilar, cubierto ya de musgo, merced a la continuada acción de las lluvias, se ve una especie de nicho, que en su tiempo debió contener una imagen, y sobre el cónico chapitel que lo remata, el asta de hierro de una cruz cuyos brazos han desaparecido. Un arroyo de agua cristalina corre allí con un ruido apacible, medio oculto entre el espeso festón de juncos y lirios blancos que dibuja sus orillas, y en el verano, las ramas de los chopos, agitadas por el aire que continuamente sopla de la parte del Moncayo, dan a la vez música y sombra. Llaman a este sitio La Aparecida, porque en él tuvo lugar, hará próximamente unos siete siglos, el suceso que dio origen a la fundación del célebre monasterio de la Orden del Císter, conocido con el nombre de Santa María de Veruela».
Temiendo por su vida, imploró la protección de la Virgen María, quien atendiendo a sus ruegos se le apareció, le protegió del temporal y le hizo entrega de una pequeña imagen suya depositada sobre una encina. A cambio de su auxilio, la Virgen María encomendó a Don Pedro levantar en el mismo lugar un monasterio a Ella dedicado.
Hacia el final del relato Bécquer nos dice: «Yo oí por primera vez referir la historia que a mi vez he contado, al pie del humilde pilar que la recuerda, y antes de haber visto el monasterio, que ocultaban aún a mis ojos las altas alamedas de árboles, entre cuyas copas se esconden sus puntiagudas torres».
17 de agosto de 2025
Presentaciones del libro «Báguena, cuna de personajes históricos».
27 de junio de 2025
Nuevo sitio web: La Orden del Temple.
Este nuevo sitio web es un proyecto personal que tiene por objeto recopilar información relevante, fidedigna y rigurosa, desde una perspectiva histórica, sobre esta fascinante Orden Militar que continúa despertando interés después de transcurridos más de siete siglos desde su desaparición.
La Orden del Temple en el Camino de Santiago.
El Camino de Santiago y la Orden del Temple están intrínsecamente ligados, ya que los Templarios desempeñaron un papel importante en el desarrollo y la protección de la ruta jacobea durante los siglos XII y XIII. Los Templarios construyeron sus propios santuarios en las encomiendas del Camino, así como infraestructuras clave, tales como hospitales, albergues y castillos a lo largo del Camino. Además de patrullar las rutas para garantizar la seguridad de los peregrinos frente a bandidos y asaltantes. No solo brindaron seguridad física a los peregrinos, sino que también contribuyeron a la expansión y desarrollo de la ruta, consolidándola como un importante centro de intercambio cultural y espiritual.
Los Templarios, con su influencia y recursos, ayudaron a promover y difundir la devoción a Santiago, convirtiendo el Camino en un destino cada vez más popular y significativo. Por tanto, la presencia templaria en el Camino de Santiago fue fundamental para su desarrollo y consolidación como una de las rutas de peregrinación más importantes de la historia, tanto por su papel en la protección de los peregrinos como por su contribución a la construcción de la infraestructura necesaria para facilitar el viaje.
1. Ermita de Santa María de Eunate (Muruzábal, Navarra).

2. Iglesia del Crucifijo (Puente la Reina, Navarra).
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https://tours.tantatic.com/tour/iglesia-crucifijo-gares |
En Puente la Reina podemos encontrar esta iglesia que data de finales del siglo XII y que fue fundada por la Orden de los Caballeros Templarios bajo el nombre de Santa María de los Huertos. Alfonso I el Batallador fundó esta villa junto al puente sobre el Arga, puente que un siglo antes patrocinara la reina Doña Mayor (o quizá su nuera la reina Estefanía) y que da nombre a la villa. La iglesia acoge, en su interior, la Virgen con Niño (siglo XII) y guarda un misterioso crucifijo de grandes dimensiones y con forma de Y que es considerado una de las mejores obras de la imaginería gótica que se conservan en España.
Su ubicación estratégica, en la entrada del Camino a Puente la Reina, convirtió al templo en un lugar de gran importancia tanto para la vida religiosa como para la protección de los peregrinos. Los Templarios, con su misión de salvaguardar a los viajeros, se establecieron en este lugar para proporcionar un refugio seguro y un espacio de culto.
3. Iglesia del Santo Sepulcro (Torres del Río, Navarra).
Existen varios documentos que vinculan a esta iglesia con la Orden, sumados a otros descubrimientos como cuerpos enterrados en las cercanías de la iglesia que lucían la vestimenta típica templaria.
La Iglesia del Santo Sepulcro, es la culminación del octógono perfecto de los Templarios en el Camino de Santiago. La Iglesia de Santo Sepulcro de Torres del Río o de Sansol, también así denominado por el cercano cerro de ese nombre, sigue en su planta el infrecuente patrón octogonal ya visto en la de Eunate. Ambos edificios comparten formas muy similares, aunque aquí falta la galería de arcos de Eunate, a modo de claustro octogonal.
4. Iglesia de San Juan (Castrojeriz, Burgos).
5. Iglesia de Santa María de la Blanca (Villalcázar de Sirga, Palencia).
La Iglesia de Santa María la Blanca fue un santuario para la devoción de María, Madre de Jesucristo, que tuvo una época de gran esplendor entre los siglos XIII y XVI, debido a la protección de la Corona de Castilla, entre los que se encontraban los reyes Alfonso X el Sabio y su hijo Sancho IV.
6. Terradillos de los Templarios (Palencia).
7. Iglesia Parroquial de Rabanal del Camino (Maragatería, León).
8. El Castillo de Ponferrada (Bierzo, León).
9. Castillo de Sarracín (Vega de Valcarce, Bierzo, León).
© Francisco Javier Aguirre Azaña, junio
2025.
11 de junio de 2025
Revista de la Asociación Aragonesa de Escritores. Número de junio 2025.
Número dedicado a La Paz.
Cuando,
en mi calidad de militar profesional, me preguntan por mi opinión sobre el
concepto de Paz, pienso que es igual que si a un médico le preguntan qué
entiende él por Salud, o a un policía por la noción de Legalidad, cuando su
tarea diaria es tratar con sus antagónicos, la enfermedad y el crimen,
respectivamente. Y creo también que es importante definir primero que es
aquello de lo que hablamos, pues no siempre todo el mundo da igual significado
a la misma palabra.
Paz no
es sólo una situación o estado de ausencia de violencia, una no-guerra. Paz es
justicia, respeto de la dignidad humana, de las libertades individuales, y de
las sociedades en las que se agrupan las personas, independientemente de
nacionalidad, raza, etnia, preferencias sexuales, creencias religiosas y
afiliación política.
Los
valores asociados con el concepto Paz constituyen también el acervo de una
sociedad democrática avanzada, hasta el punto de que sólo en el seno de esta
última encontraremos una paz autentica y legítima (paz positiva), aquella que
transciende la mera ausencia de guerra y violencia directa (paz negativa).
Es
fácil encontrar ejemplos de estados y sociedades que no están en guerra o
conflicto armado con ningún otro, cuyos ciudadanos –o al menos aquellos que no
se manifiesten contrarios al poder establecido– no ven amenazada su integridad
física; pero que, en cambio, deben soportar una autoridad opresora. Con ello
quiero decir que un estado autocrático, no liberal, puede ser capaz de
garantizar una paz imperfecta, donde no existe conflicto armado, pero donde, al
mismo tiempo, se ejerce alguna clase de violencia sobre los ciudadanos, a los
que se restringen sus derechos humanos y civiles.
Y es
aquí donde entro a explicitar que supone la paz para mí. No es sólo una
situación de ausencia de conflicto armado, sino una situación en la que se garantiza
el respeto de la dignidad y libertad individual, tanto a título personal como colectivo;
es decir, como miembro de una nación soberana, que es capaz de tomar sus propias
decisiones de manera independiente. Es necesario un estado democrático –o mejor
dicho, un conjunto de ellos– para asegurar esa PAZ con mayúsculas.
Y
considerando la condición dualista de la naturaleza humana, en un contexto de
intereses nacionales contrapuestos, sociedades donde conviven individuos que
sustentan valores virtuosos con otros con intereses espurios, la paz no es algo
que venga dado; no es un maná que cae del cielo o algo que esté en la
naturaleza de las cosas y llegue como consecuencia natural de una bondadosa evolución
humana. Paz es algo por lo que hay que luchar día a día.
El
militar, encuadrado en un ejército regular incrustado en un estado democrático,
lo hace con las armas, gestionando la fuerza que ese estado le otorga –Si vis pacem, para bellum. (Si quieres
la paz, prepara la guerra)–. Lo hace normalmente mediante la disuasión, a
través de una fuerza creíble que disuada a un hipotético adversario porque el
daño que puede recibir en un enfrentamiento armado es superior a la ganancia a
la que aspira. Y, en último extremo, cuando todo lo demás falla, lo hace
utilizando esa fuerza en defensa de los propios intereses. El ciudadano no debe
desentenderse de esa tarea, porque se juega mucho. Se juega su propia forma de
vida, sus valores y principios, y su legado a los que le seguirán. Y la forma
que tiene de hacerlo es, precisamente, ejerciendo una ciudadanía responsable –Si vis pacem, pugna pro pace–, como
miembro comprometido de ese estado democrático que debe garantizar la paz y
que, dada la enormidad del empeño, normalmente tendrá que hacerlo en alianza
con otros estados con los que comparta valores y principios, cultura y
civilización. El compromiso ciudadano es compatible con la crítica y la desaprobación,
encauzadas democráticamente; pero debería alejarse del cortoplacismo –búsqueda
de una ventaja inmediata en perjuicio de un dividendo estable en el futuro– y el
sectarismo ideológico.
Para
finalizar, quisiera volver a incidir en el título inicial de este artículo: si
quieres la paz, trabaja por ella; no creas que está garantizada –algo que la
historia y la propia actualidad nos enseña repetidamente–, no lo delegues en
otros para después olvidarte. La paz, como el pez necesita el agua para vivir, requiere
el respeto de la dignidad humana, los derechos individuales y colectivos y la
legalidad internacional. Todo ciudadano de una sociedad avanzada y democrática
tiene un papel que jugar en el mantenimiento de esos principios: el de la participación
responsable en la toma de decisiones y el control democrático de quienes
gobiernan.
Francisco Javier Aguirre Azaña.
23 de abril de 2025
10 de abril de 2025
31 de enero de 2025
Nueva publicación.
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Dirigido no sólo a historiadores, sino también a un público general interesado en el patrimonio cultural y en la figura de personajes olvidados o poco conocidos en la historia oficial.
Nuevo libro: Báguena, cuna de personajes históricos.
© Francisco Javier Aguirre Azaña, Enero 2025.
Nueva edición: La Campaña de Teruel (diciembre 1937-febrero1938). La historia completa.
© Francisco Javier Aguirre Azaña, Febrero 2025.